Se estima que el uso del hidrógeno como vector energético puede reducir hasta el 20% de las emisiones globales de gases contaminantes a la atmósfera. No es e extrañar, por tanto, que su producción vaya a multiplicarse por ocho hasta 2050, con 800 millones de toneladas. Hay que tener en cuenta que la mayoría de hidrógeno actual se obtiene a partir de combustibles fósiles. Pero algunas voces ya avisan de que el hidrógeno verde será la alternativa más barata en 2035.
Más allá de los datos, de las grandes cifras y las estimaciones más o menos precisas, lo que nos encontramos es ante el despertar de una nueva industria que obliga a ingentes inversiones en plantas e infraestructuras de distribución. Sin embargo, como suele suceder, estamos construyendo la casa por el tejado y dejándonos llevar por lo mayúsculo en detrimento de los fundamentos.
La constatación de esta realidad la encontramos en algo tan básico como la elección del lugar y la fórmula idónea para instalar una planta de hidrógeno verde. En los últimos meses, y al calor del impulso de la Unión Europea, prácticamente todas las regiones han querido sumarse a esta ola. Pero sin tener en cuenta si es factible o no, cómo es modelada o qué ecosistema de proveedores existe en esa zona.
El software, realiza los cálculos de viabilidad de una planta de hidrógeno verde, prediciendo y optimizando el comportamiento de los electrolizadores.
Un absurdo del que dieron buena cuenta Bielenis Villanueva Triana and Aleix Marcó, fundadores de la startup SOREN. Se trata de una compañía hispano-noruega, con sedes en Oslo, Barcelona y Malloraca, que ya ha captado el interés de firmas de inversión y partners como Antler, Innovation Norway, Runway FBU, INCLIMO o Ships2B Ventures. Y no ha sido sólo gracias a esta marca con tintes nórdicos, sino gracias a su software para realizar estudios de prefactibilidad, optimización de proyectos de plantas de hidrógeno y accesos al mercado de electrolizadores.
«La idea puede parecer obvia, pero la ejecución no lo es tanto. Estamos modelando la cantidad de energía que va a venir de las renovables, cómo funciona la planta a nivel electromecánico, cálculos financieros, etc. Es el trabajo que hacen los consultores en varios meses, in situ, pero a través de un software», explica Marcó en entrevista para El Español.
El germen de la empresa está en un bootcamp de tres meses organizado por Antler en el que se conocieron los dos fundadores. Bielenis Villanueva Triana llevaba doce años en el sector de la energía y comenzó a interesarse por el hidrógeno a partir de conversaciones con socios japoneses en un evento en Singapur. Esa fue la semilla que unió su destino al de Aleix Marcó en esta compañía.
Agua y electricidad es lo único que se necesita para producir hidrógeno verde. Pero obviamente, se necesita que ambos recursos estén disponibles y en las cantidades adecuadas. «Vemos que hay la posibilidad de acelerar todos los avances del hidrógeno, con el potencial que tiene en transporte y gran industria, a través de un software. No tiene sentido que usemos los mismos métodos que la industria del petróleo o el gas. Estamos en 2023 y sabemos que hay aspectos de viabilidad, de ingeniería que pueden optimizarse para este caso particular. Y, aunque al principio no me lo creía, muchas de estas empresas siguen usando un Excel para hacer sus cálculos», detalla el cofundador.
Usar una hoja de cálculo al uso provoca: enormes desviaciones de costes o de producción estimada. También una falta de detalle, pueden llegar sólo al cálculo anual de producción de hidrógeno y no al horario en función de la ubicación. Teniendo en cuenta la volatilidad de las fuentes de energía renovables que alimentan estas plantas, este nivel de concreción resultan fundamentales.
SOREN analiza los datos de 280 modelos de electrolizadores, con 50 parámetros por cada uno de ellos.
«Hay muchas variables que detectamos y añadimos a nuestro software, con algunas partes universales y otras que vamos afinando en cada caso particular», continúa Marcó. SOREN analiza los datos de 280 modelos de electrolizadores, con 50 parámetros por cada uno de ellos.
«Al final lo más importante es la electricidad, definir cuál es el mix de electricidad que vas a emplear y cuál es la red de apoyo. También tenemos la selección del agua, porque los electrolizadores necesitan agua pura, por lo que hay que filtrar el agua del mar o de la traída municipal». A ese cóctel se le suma la eficiencia de cada uno de los modelos de electrolizadores disponibles en el mercado y la elección de los materiales. «Algunos fabricantes apuestan por la máxima eficiencia y otros competidores van a una inversión inicial menor. Hay que calcular la amortización de estos equipos durante todo su ciclo de vida».
La perspectiva de SOREN es atacar al desafío desde los dos extremos de la cadena de valor. Por un lado, con una herramienta que ayuda a los desarrolladores de esta planta a simular este comportamiento de sus futuras plantas; por otro, con un marketplace en el que los proveedores de electrolizadores pueden posicionarse de cara a sus potenciales clientes.
Hasta el momento, SOREN cuenta con proyectos piloto en Noruega y España. «Son gente que está montando electrolizadores de 20 megavatios y otros que los usan para barcos y otros casos de uso. Estamos en un escenario en que todos estamos aprendiendo, también nosotros, que cada vez vamos afinando más nuestro software», reconoce Marcó.
Este 2023 es el año marcado en el calendario para comenzar con la fase de comercialización y monetización, mediante licencias anuales. Un primer paso para construir el futuro del hidrógeno sobre este ADN mixto hispano-noruego.
Fuente: El Español